25 noviembre, 2009

Estad quietos y conoced que yo soy Dios


Con este versículo he comenzado hoy el día y lo cierto es que Dios siempre nos da la Palabra que necesitamos. Ayer tuve un día de locos. Por primera vez la grúa se llevó mi coche, tenía actividades con mis hijos, desplazamientos, el pago de la multa, .... con mogollón de historias en mi cabeza. No tuve "grandes dificultades" pero el factor sorpresa invadió mi vida y lo cierto es que me encontré un poco desbordada. Lágrimas asaltaron mi cara y yo pensé ... que tontita eres, si no pasa absolutamente nada, esto se solucionará, son ... pequeños contratiempos.
Mi cabeza esta mañana volvía a ser, ¿como lo diría? "Un hervidero." Y Dios una vez más susurró a mis oídos y me dijo: Simplemente estate quieta, Isa, y conoce que yo soy Dios, Salmo 46:10.
No tengo que hacer mogollón de cosas, no tengo que preocuparme, no tengo que correr, ... simplemente he de reconocer quien es El, que es Todopoderoso, que está con nosotros, que es nuestra fortaleza y refugio, nuestra ayuda en cada momento. Estos principios nunca cambiarán sean cuales sean nuestras circunstancias. Creo que debemos llenar nuestra boca de alabanzas a El, en vez de fijarnos tanto en las cosas negativas de este mundo (que sin duda están ahí y nos hacen flaquear).
Pero ... cuando estamos en silencio, y conocemos a Dios ocurre el milagro: DIOS ES EXALTADO EN NUESTRA VIDA. EL ES GRANDEMENTE ENALTECIDO y todo lo demás queda minimizado. GRANDE ES EL SEÑOR Y DIGNO DE SUPREMA ALABANZA. Este Dios es nuestro Dios eterno. El nos guiará siempre.
Creo que cada uno de nosotros ha de encontrar ese lugar donde estamos a solas con Dios y donde encontramos una calma eterna. Solo hay este camino para conocerle: calle delante de El toda la tierra. Cuando oímos Su voz y vemos Su rostro, viene una nueva vida a nosotros, como la vida que vuelve a las plantas secas que beben la lluvia de verano.


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