01 julio, 2014

La casa


Muchas veces hemos contado como al ir la primera vez a Portugal nos encontramos en vivo lo que meses atrás habíamos dibujado en una pizarra, y es cierto, pero no nos dimos cuenta hasta un tiempo después. Hay ocasiones en las que a pesar de que el regalo de Dios es más que evidente, algún tipo de ceguera transitoria nos enturbia la vista hasta que de pronto vemos lo que hace tiempo teníamos ante nuestros ojos.

Poco a poco vamos siendo conscientes del milagro que supone haber encontrado esta casa. Encontrar un lugar en el que puedan habitar tres familias manteniendo una cierta intimidad pero al mismo tiempo compartiendo espacios comunes parece más difícil que la famosa aguja del pajar.

La casa va llenándose de pintura, muebles y vida. Paredes blancas en las que como en un gran lienzo esperamos dibujar una apasionante historia de compañerismo, solidaridad y acción.