03 agosto, 2010

Me dísteis de beber, lavásteis mis ropas, me invitáteis a un banquete


Esta semana pasada la casa en Ligonde recibió algo especial, además de los peregrinos, la casa recibió una carta. Se trataba de unas entrañables palabras de alguien que hace 6 años hizo el camino por primera vez y pasó la noche en la Fuente. Era un peregrino que después de llegar a Santiago, se vio sorprendido por la decepción, ya que cuando concluyó su largo viaje tuvo la sensación de no encontrar aquello que andaba buscando.

Este año no dándose por vencido volvió a caminar, y nuevamente pisó el suelo de la Fuente y pudo descansar bajo su techo una noche. Y según sus palabras en este lugar encontró finalmente lo que buscaba, un reencuentro con Dios. Tal fue su experiencia, que según nuestros compañeros no quería marcharse al día siguiente.
Algunos días después la Fuente recibía poemas escritos por este peregrino que encontró el Camino y la carta que a continuación os compartimos.


Melide 19 de julio de 2010

Después de 16 días de camino es la primera vez que las manos no se me han inflamado (tiene artritis bastante grave y hasta Ligonde tenía que ponerse inyecciones cada 4 kilómetros). Yo sé que no es por casualidad y que nada de lo que me regalásteis lo es. No es fácil de explicar, las cosas de Dios son así "te las crees o no".
Cualquier cosa que diga para agradeceros vuestra hospitalidad y vuestro servicio parecerá pequeña. Pero os digo que tenéis reservado vuestro sitio a la derecha del Padre. No solamente me dísteis de beber de la Fuente del Peregrino, sino que curásteis mis heridas, lavásteis mi ropa y me invitáteis a un banquete.
Sois mensajeros de Dios y discípulos de Jesús. Ojalá yo pudiera ser algún día como vosotros. Desde ayer os tengo presentes en mis oraciones, para que Jesús os guíe, os proteja y os fortalezca. Porque si algo he aprendido, es que la fe hay que defenderla cada día.
Sé que no sois conscientes del bien que hacéis en el entramado del camino. Pero como dijo Jesús: todo lo que hagáis con otro en mi nombre, conmigo lo hacéis.
Jamás me olvidaré de vuestros rostros, de vuestra amabilidad y de vuestra generosidad desinteresada.

Siempre agradecido


Fernando


Damos gracias a Dios de que su misericordia es nueva cada mañana y ha alcanzado a Fernando. Es impresionante ver cómo El ha sorprendido a este peregrino y cómo sigue sorprendiéndonos a nosotros.

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